Saltillo vivió una noche que difícilmente podrá olvidarse. Desde antes de que cayera el sol, el ambiente alrededor del Auditorio Parque Las Maravillas ya vibraba con una expectativa casi palpable: familias, amigos, parejas y generaciones enteras se reunían con un mismo propósito—volver a sentir la energía de Caifanes como la sintieron la primera vez.
El concierto alcanzó un ambiente de sold out desde mucho antes de comenzar. Las entradas se agotaron rápidamente y, al llegar la noche, el recinto estaba completamente lleno, con fans abarrotando cada zona para ser parte de la experiencia que Caifanes ofreció en Saltillo.
Cuando las luces del recinto se apagaron, un silencio breve pero cargado de emoción recorrió a los asistentes. Y entonces ocurrió: el primer acorde, la primera voz de Saúl Hernández, y el público se encendió como una sola alma. No importaba la edad, los años que habían pasado o las historias personales; todos compartían el mismo latido.
Cada canción fue un viaje emocional. “Viento” levantó suspiros; “Afuera” hizo que miles de voces se unieran con una fuerza casi catártica; “La célula que explota” recordó a todos por qué la banda se convirtió en parte esencial de la vida de tantas personas. No era solo música, era memoria, era desahogo, era volver a encontrarse con uno mismo.
Saúl, con su voz serena pero poderosa, dedicó palabras cálidas aSaltillo, y esas frases parecieron abrazar al público entero. Hubo lágrimas, risas, abrazos y miradas que decían más que cualquier canto.
Al final, cuando las últimas notas se apagaron, quedó una sensación profunda: Caifanes no solo dio un concierto; regaló una experiencia que tocó el corazón de los presentes. Una noche que permanecerá viva, como un eco emocional que se niega a irse.
fotos por : @gachavc